martes, 10 de diciembre de 2013

Descubren una cría de mamut y uno de los mayores conjuntos de rinoceronte lanudo de la Península


Ilustración de el rinoceronte lanudo. |
Hace unos 35.000 años, una cría de mamut de un año de edad y con una esperanza de vida de 60 años que caminaba por lo que hoy es Puertas de Vidiago (Asturias) se alejó de la manada y del cuidado vigilante de su madre y se arrimó a una zona peligrosa.
"Se trataba de una depresión del terreno, llamada dolina de colapso, que desembocaba en una de las innumerables cuevas del subsuelo del oriente asturiano", explica Diego Álvarez Lao, profesor del departamento de geología de la Universidad de Oviedo y coordinador de la excavación de Jou Puerta, cuyos resultados acaban de publicarse en la revista 'Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology'.
Al igual que los otros 33 animales que compartieron la suerte del pequeño mamut durante los 6.000 años en que se mantuvo abierto el agujero que comunicaba con la cueva, una vez que cayó dentro el animal fue incapaz de trepar por las paredes de la cavidad y salir al exterior, si es que aún seguía vivo tras el impacto.
"Gran parte de los restos que hemos recuperado corresponden a individuos juveniles, menos experimentados y desconocedores de los peligros del terreno, como es el caso de los dos rinocerontes lanudos de entre seis y siete años y un pequeño leopardo, aún con dientes de leche todos ellos", señala el paleontólogo.

Un rinoceronte hercúleo

Entre los restos de rinoceronte lanudo recuperados, Álvarez Lao destaca "un húmero de extraordinario tamaño y robustez que por sus dimensiones perteneció a uno de los mayores rinocerontes lanudos que se han documentado en el registro fósil de todo el mundo".
"El conjunto de rinoceronte lanudo hallado en Jou Puerta es uno de los más ricos de la Península"
Con 105 restos correspondientes a tres individuos (dos jóvenes y un adulto viejo), "el conjunto correspondiente a esta especie hallado en Jou Puerta ha resultado ser uno de los más ricos de la Península Ibérica" afirma Álvarez Lao. Concretamente, explica el paleontólogo, el equipo consiguió extraer una mandíbula inferior "muy bien conservada", restos de una extremidad anterior "muy completa", vértebras, una pelvis y otros restos "de casi todas las partes del cuerpo, además de numerosos dientes aislados".

El mayor ciervo de la historia natural

Pero los rinocerontes lanudos no fueron los únicos colosos ya extinguidos que corrieron la misma suerte. En el Jou Puerta también quedó atrapado un ejemplar del mayor ciervo que existió en la historia de la evolución: un megaloceros o ciervo gigante.
Se han recuperado restos de megaloceros, un cérvido con astas de metro ochenta
"Se trata de una especie poco frecuente en los yacimientos ibéricos, y de la que en Jou Puerta hemos podido recuperar fragmentos de un asta descomunal", destaca Álvarez Lao. De hecho, entre los extremos de ambas astas había una distancia (envergadura) de tres metros y medio, y cada asta medía en torno a un metro ochenta desde la base hasta su extremo. El propio cérvido medía más de dos metros sólo hasta la cruz (el "hombro" del animal).

Los herbívoros, una ventana al clima ancestral

La condición de trampa natural y posterior cobertura con lodo y piedras del yacimiento no sólo ha permitido que los huesos lleguen al presente en un excepcional estado de conservación, protegidos de la erosión y la acción fragmentadora de los carnívoros. Además, una trampa de estas características, explica Álvarez Lao, evita la selección presente en yacimientos resultado de la actividad de depredadores, tanto humanos como animales, que podían limitarse a cazar unas pocas especies en consonancia con sus preferencias alimenticias.
"Puesto que los animales caían por azar en el agujero, el yacimiento de Jou Puerta aporta una muestra bastante representativa de la fauna de herbívoros que poblaba el área cantábrica durante el tiempo en que estuvo abierta la cavidad, que coincide con algunos de los episodios más fríos de la última glaciación", señala el paleontólogo y profesor de la Universidad de Oviedo.
Respecto a la fauna carnívora, el hecho de que hayan aparecido restos de un solo ejemplar frente a 33 herbívoros se debe principalmente a que los primeros, con su mejor visión espacial, son poco propensos sufrir este tipo de accidentes, explica Álvarez Lao. No obstante, "los herbívoros nos aportan un mayor índice de información sobre el clima de aquel periodo, puesto que se especializan en un tipo de alimentación vegetal propia de un clima, mientras que los carnívoros son más adaptables", afirma el paleontólogo.

Vagina

Evelyn Ruman cuenta que desembarcó en el Vaticano sintiéndose una espía de la Guerra Fría. Se había impuesto una misión arriesgada, subversiva. Dentro de la bolsa donde llevaba su equipo fotográfico, tenía un frasquito con un líquido rojo y un tanto viscoso. Evelyn se agachó, abrió la tapa y vertió su contenido en el suelo. El fluido se esparció sobre la calzada, sobre las piedras. Sacó la cámara y comenzó a documentar su transgresión. Desenrolló una imagen de una mujer desnuda, de espaldas y la extendió sobre el suelo. El rojo fue inundando los interiores femeninos. Ningún guardia apareció para impedírselo, ningún turista la perturbó. Misión cumplida. Evelyn había chorreado sangre menstrual en el centro del poder católico.
-“¿Por qué quisiste hacer eso?”, le pregunté. “Porque la Iglesia Católica representa todo aquello que oprime a las mujeres desde hace siglos, haciendo de la vagina algo feo y de la sangre menstrual, una cosa asquerosa.”
Era enero de 2012 y Evelyn participaba en la Bienal Internacional de Arte de Roma. Durante dos años, almacenó su sangre menstrual en la nevera de su casa, en São Paulo, para realizar una exposición que llamó “Sangro, luego existo”. Su dos hijos, hoy con 23 y 18 años, bromeaban diciendo que era “la carnicería de mamá”. Haciendo ese recorrido artístico, Evelyn se preparaba para un momento doloroso para toda mujer: que le arrancasen el útero por un mioma. “Siempre me gustó mucho menstruar”, dice.
Cuando fue a Roma, Evelyn se dio cuenta de que su menstruación se atrasaba. Para consumar su objetivo, tuvo que pedir un poco de sangre a una feminista italiana, Sara Sacerdócio. Consiguió su misión con sangre prestada. La foto (al lado) es una de las 27 imágenes exhibidas en el EG2Lo (Oficina Galería 2Mires), en la ciudad histórica de Paraty, en el litoral fluminense, hasta el 6 de enero. Cinco de esas imágenes ilustran esta columna.
Evelyn trabaja desde 1988 con la autorrepresentación femenina. Presidiarias, enfermas mentales internadas en manicomios, presas, campesinas indígenas, niñas con síndrome de Down, seropositivas, mujeres maltratadas, viejas. Mujeres que la mayoría prefiere no ver. Nunca tuvo dificultad para exponer su trabajo, premiado y reconocido internacionalmente. Pero, cuando intentó exhibir su obra moldeada en sangre menstrual, se encontró con las puertas cerradas. Para mostrar el rostro de mujeres condenadas a la invisibilidad, no había problema. Para mostrar su cuerpo sangrando por la vagina, no había espacio. Tal vez porque, como se prefiere escondido y da verguenza, cambian las reglas del juego para la víctima. En vez de compasión, ahora daba miedo.
Evelyn se quedó sola. Incluso otras mujeres, amigas fotógrafas, liberales en todo lo demás, tacharon sus fotos como “asquerosas”. “Solo conseguí hacer la exposición porque abrí mi propia galería”, dice Evelyn. “Dan ganas de colocar una cámara para filmar la reacción de enojo de la gente, muchas de ellas mujeres, cuando ven las fotos y perciben que es sangre menstrual, sangre que salió de una vagina, la mía. ¿Si la sangre saliera de una polla, tendrían tanto asco?”
(Estoy presumiendo, claro, pero creo que parte de aquellos que leen este texto, a estas alturas ya soltaron algunos “!Qué asco!”. ¿Acerté? Al comentar con algunos amigos que pretendía escribir sobre el tema, la reacción fue: “¿Por qué?” “Por vuestras caras”, respondí.)
En este momento, la australiana Casey Jenkins realiza una performance a la que ha llamado “Casting Off My Womb” (en traducción libre, “Tricotando mi útero”). Cada mañana, pone un ovillo de lana clara en su vagina y tricota una bufanda. Al menstruar, el tricotado se va tiñendo de rojo sanguíneo y mojado. (vídeo aquí). El objetivo de la obra, conforme declaró a la prensa, es hacer la vagina de la mujer “menos chocante o amenazadora”. Casey quería mostrar que “la vagina no muerde” al ligarla con un acto acogedor y “calentito”, identificado con las clásicas abuelitas, como el acto de tejer una manta. La bufanda uterina que envuelve sensualmente la vagina de Casey, acaricia sus grandes y pequeños labios y hace cosquillas en su clítoris estará concluido en 28 días.

El lugar más frío de la Tierra está en la Antártida y ha registrado 93,2 bajo cero


Los lugares permanentemente habitados más fríos de la Tierra, fuera de la Antártida, están en el noreste de Siberia, en las poblaciones de Verkhoyansk y Oimekon, donde los termómetros bajaron hasta 67,8 grados bajo cero en 1892 y 1933, respectivamente. Pero hay lugares más fríos aún en el planeta. En el continente blanco se ha batido el récord absoluto de baja temperatura registrada: 93,2 grados centígrados bajo cero, el 10 de agosto de 2010. Son los resultados de los análisis de los mapas de temperaturas de la Tierra más detallados que se han obtenido hasta ahora y que se basan en los datos de 32 años tomados desde satélites. El equipo de investigación ha presentado el trabajo en la reunión de la Unión Geofísica Americana que se celebra esta semana en San Francisco (EE UU).
Los puntos más fríos del planeta se han localizado cerca de una cresta entre las cimas de hielo Argus y Fuji, en la plataforma antártica oriental. Los 93,2 bajo cero del 10 de agosto de 2010 desplazan el récord de frío anterior, registrado en la estación científica rusa Vostok, en Antártida oriental, con 89,2 bajo cero medido en 1983. “Sospechábamos que esta cresta antártica podía ser extremadamente fría, más que la base Vostok, porque está a más altura”, comenta Ted Scambos, uno de los responsables del Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve en Boulder, y miembro del equipo que ha hecho este nuevo estudio.
La investigación acerca de la mínima temperatura alcanzada en la Tierra comenzó arrancó con el estudio de grandes dunas de nieve, esculpidas y pulidas por el viento en la plataforma antártica oriental, explica laNASA. Cuando los científicos las observaron de cerca, notaron fracturas en la superficie de la nieve entre las dunas, posiblemente formadas cuando las temperaturas invernales bajan tanto que la capa superficial de nieve se encoge. Entonces empezaron a buscar los registros de temperaturas en los lugares más fríos de la Tierra tomados con dos tipos de sensores embarcados en satélites: los espectroradiómetros Modis de los satélites Terra y Aqua, de la NASA, y el radiómetro de alta resolución AVHRR embarcado en varios artefactos espaciales de laNOAA (Agencia Nacional del Océano y la Atmósfera).
Con estos sensores, Scampos detectó, en la plataforma antártica oriental, temperaturas extremadamente frías en una franja de mil kilómetros de una cresta, a gran altura, entre las cimas Argus y Fuji, y temperaturas aún más bajas en puntos de la cresta a menor altura. Con el sensor térmico infrarrojo de alta resolución que lleva el satéliteLandsat 8, los investigadores identificaron las oquedades extrafrías y compararon los datos con los mapas topográficos de la zona para intentar desvelar la razón, continúa la NASA en un comunicado.
Las temperaturas, de por sí muy frías, caen rápidamente cuando el cielo está despejado y, si esta situación persiste unos cuantos días, el suelo se enfría más aun radiando su calor remanente al espacio. Esto genera una capa de aire superfrío sobre la superficie de la nieve y el hielo que es más densa que el aire relativamente más templado que tiene encima, de manera que se desliza hacia abajo por las laderas de las elevaciones de la plataforma antártica y, al entrar en las oquedades en el hielo, la temperatura baja más aún, señalan los investigadores.
“Al permanecer el aire quieto durante largos períodos de tiempo, al tiempo que se sigue radiando más calor al espacio, se alcanzan las temperaturas más bajas que hemos encontrado”, señala Scambos. “Creíamos que íbamos a encontrar un punto mágico extremadamente frío, pero hemos descubierto una gran franja antártica, a gran altura, extremadamente fría, donde se alcanzan estas temperaturas mínimas de récord”.

El ADN más antiguo está en Atapuerca

Los fósiles de Atapuerca vuelven a pulverizar las fronteras de la ciencia. Y esta vez de la mano de las más avanzadas técnicas genéticas. Un equipo internacional formado por los paleontólogos de Atapuerca y los máximos expertos mundiales en ADN antiguo, en Alemania, han logrado obtener ADN de un fósil humano del yacimiento de la Sima de Los Huesos, de hace 400.000 años (Pleistoceno Medio), y obtener la secuencia casi completa de sus genes.
Se trata del ADN mitocondrial, un orgánulo de la célula que se hereda solo por vía materna con un único cromosoma. Y ha proporcionado una gran sorpresa a los investigadores porque, al compararlo con los genomas de humanos modernos, neandertales, chimpancés y bononos, han descubierto que los individuos de la sima están emparentados, no con los neandertales, como esperaban por los rasgos que comparten, sino con una oscura población de los montes Altai, en Siberia, de hace unos 40.000 años, los denisovanos, de los que se han encontrado muy pocos fósiles. Tan desconcertante es el resultado que los investigadores plantean cuatro hipótesis para explicar esta relación genética entre poblaciones tan distantes, los humanos de la sima y los denisovanos, un linaje hermanado con los neandertales pero del este eurasiático.
Fuente: Nature. / EL PAÍS
Este logro supone retrasar la más antigua secuencia genética humana más de 200.000 años, señala la revista Nature, en la que los científicos dan a conocer esta semana los resultados de su investigación. Hasta ahora solo se había secuenciado ADN tan antiguo en animales, en concreto, de un caballo de hace 700.000 años, conservado en permafrost en Canadá.
Descubrimientos en el yacimiento de Atapuerca
“Solo hay progreso en el conocimiento cuando se encuentra lo inesperado. Todo apunta a una complejidad mayor de lo que se suponía en el Pleistoceno Medio. Esperemos que futuras investigaciones aclaren las relaciones entre los fósiles de la sima, los neandertales y los denisovanos”, señala Juan Luis Arsuaga, codirector de Atapuerca y responsable de las excavaciones de la Sima de los Huesos. “Este trabajo muestra que ahora podemos estudiar el ADN de fósiles con varios cientos de miles de años de antigüedad, abriéndose la posibilidad de conocer genes de los antepasados de neandertales y denisovanos. Es tremendamente emocionante”, afirma. Svante Päabo, director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva. Ignacio Martínez, profesor de la Universidad de Alcalá de Henares y uno de los científicos de Atapuerca lo sintetiza: “Con esta investigación unimos la grandiosa colección de fósiles de la sima, la mejor del mundo de la paleontología, con el equipo de Svante Pääbo, el mejor del mundo en ADN antiguo”.
Una investigación de este tipo se va fraguando poco a poco, avanzando con mucha cautela cuando lo que uno tiene entre manos son unos valiosísimos y frágiles fósiles de hace 400.000 años. Los investigadores primero probaron con hueso de oso, cuyos fósiles aparecen mezclados en la Sima de los Huesos con los de los homínidos. Y la clave ha estado en aplicar una nueva técnica de secuenciación del ADN desarrollada por Matthias Meyer en el prestigioso laboratorio de Pääbo, que ha logrado hacer, entre otros, el genoma del neandertal y de los individuos de Denisova. El éxito con el oso, dado a conocer este mismo año en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias estadounidenses, ya apuntaba claramente cuál sería el siguiente paso: los humanos de la sima. Pero es mucho más difícil hacer la secuencia genética de los humanos, recalca Martínez, porque es mayor el riesgo de contaminación con ADN actual. Tomaron varias muestras de un fémur de la sima, en total 1,98 gramos, haciendo unas microscópicas perforaciones en el fósil, explican los investigadores en Nature. Y después, una vez obtenido el ADN mitocondrial, aplicaron la avanzada técnica puesta a punto por Meyer que permite obtener buenos resultados con ADN antiguo deteriorado.
Los científicos, desconcertados, barajan cuatro hipótesis
El equipo de Arsuaga ha desenterrado hasta ahora más de 6.500 fósiles en la sima, pertenecientes al menos a 28 individuos, con todas las piezas esqueléticas representadas, de distintas edades y de ambos sexos. Es una colección única, que permite, señala Martínez, aplicar a su estudio las técnicas más refinadas, ahora y en el futuro.
En el desconcierto del triunfo con el ADN, los investigadores de Atapuerca apenas han tenido tiempo de elaborar una explicación científica de los resultados que esbozan con varias hipótesis en su compacto artículo, de tres páginas y media incluidas las referencias. El problema es que los humanos de la Sima de los Huesos, clasificados oficialmente como Homo heidebergensis, una especie tal vez demasiado amplia para ser eficaz, muestran rasgos distintivos de los neandertales, por ejemplo en los dientes, las mandíbulas y la morfología del cráneo, pese a ser muy anteriores a ellos.
Así, se han considerado durante años como antepasados de los neandertales, esa población típica europea que desapareció hace unos 30.000 años, sin que se haya encontrado una explicación definitiva y contundente de ese callejón sin salida evolutivo cuando la especie humana actual dominó el continente.
Femur de hominido de hace 400.000 años de la Sima de los huesos (Atapuerca). /JAVIER TRUEBA (SCIENTIFIC FILMS)
Sin embargo, la secuencia del ADN mitocondrial indica que el humano de la sima “está muy relacionado con el linaje del genoma de los denisovanos, un grupo hermano de los neandertales en el este Eurasiático”, escriben los investigadores. Y aquí lanzan las cuatro hipótesis para explicar esta extraña relación tan aparentemente lejana en el espacio (de Europa Occidental al sur de Siberia) y en el tiempo (los escasos restos denisovanos recuperados tienen unos 40.000 años, frente a los 400.000 de la sima).
La primera idea es que los ancestros de los humanos de la sima podrían estar relacionados con los de los denisovanos, pero Meyer, Arsuaga, Pääbo, Martínez y sus colegas consideran esta hipótesis poco probable porque implicaría un solapamiento espacial en Europa Occidental de los antepasados de los siberianos con los de los neandertales y, entonces, habría que explicar (difícilmente) la divergencia genética posterior de las dos especies compartiendo territorio. Además, los humanos de la sima seguramente son anteriores a la separación evolutiva entre denisovanos y sus primos los neandertales.
El segundo escenario considera que los de la sima serían un grupo distinto de los otros dos y que posteriormente contribuyó de alguna manera con su ADN mitocondrial a los denisovanos. Pero esto supondría la emergencia de varios grupos independientes cn rasgos neandertales en especies no neandertales. Parece difícil.
La tercera hipótesis “es plausible”, dicen los investigadores: los hombres de la sima pueden estar relacionados con los ancestros comunes de denisovanos y neandertales, pero entonces hay que explicar la semejanza del genoma mitocondrial con los primeros y no con los segundos. La cuarta idea sugiere que el flujo de genes de otra población llevó el ADN mitocondrial a los denisovanos y a la Sima de los Huesos o a sus ancestros… entonces, más de un linaje evolutivo humano andaría por Europa hace en torno a 400.000 años.
Las respuestas deben de llegar de la mano de más investigación. En el frente genético los siguientes pasos a dar están claros: los investigadores quieren analizar más ADN mitocondrial para estudiar su variabilidad en diferentes individuos e intentar dar el salto al ADN del núcleo de la célula, mucho más escaso en los fósiles. Y, por qué no, atreverse con otros fósiles. “Aunque la conservación del ADN de hace tanto tiempo puede estar favorecida por las condiciones de conservación únicas de la Sima de los Huesos, estos resultados muestran que las técnicas de secuenciación de ADN antiguo se han hecho ya suficientemente sensibles como para hacer futuras investigaciones de ADN remanente en yacimientos en los que se encuentran homínidos del pleistoceno medio”, concluyen Meyer y sus colegas.