Hace unos 35.000 años, una cría de mamut de un año de edad y con una esperanza de vida de 60 años que caminaba por lo que hoy es Puertas de Vidiago (Asturias) se alejó de la manada y del cuidado vigilante de su madre y se arrimó a una zona peligrosa.
"Se trataba de una depresión del terreno, llamada dolina de colapso, que desembocaba en una de las innumerables cuevas del subsuelo del oriente asturiano", explica Diego Álvarez Lao, profesor del departamento de geología de la Universidad de Oviedo y coordinador de la excavación de Jou Puerta, cuyos resultados acaban de publicarse en la revista 'Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology'.
Al igual que los otros 33 animales que compartieron la suerte del pequeño mamut durante los 6.000 años en que se mantuvo abierto el agujero que comunicaba con la cueva, una vez que cayó dentro el animal fue incapaz de trepar por las paredes de la cavidad y salir al exterior, si es que aún seguía vivo tras el impacto.
"Gran parte de los restos que hemos recuperado corresponden a individuos juveniles, menos experimentados y desconocedores de los peligros del terreno, como es el caso de los dos rinocerontes lanudos de entre seis y siete años y un pequeño leopardo, aún con dientes de leche todos ellos", señala el paleontólogo.
Un rinoceronte hercúleo
Entre los restos de rinoceronte lanudo recuperados, Álvarez Lao destaca "un húmero de extraordinario tamaño y robustez que por sus dimensiones perteneció a uno de los mayores rinocerontes lanudos que se han documentado en el registro fósil de todo el mundo".
"El conjunto de rinoceronte lanudo hallado en Jou Puerta es uno de los más ricos de la Península"
Con 105 restos correspondientes a tres individuos (dos jóvenes y un adulto viejo), "el conjunto correspondiente a esta especie hallado en Jou Puerta ha resultado ser uno de los más ricos de la Península Ibérica" afirma Álvarez Lao. Concretamente, explica el paleontólogo, el equipo consiguió extraer una mandíbula inferior "muy bien conservada", restos de una extremidad anterior "muy completa", vértebras, una pelvis y otros restos "de casi todas las partes del cuerpo, además de numerosos dientes aislados".
El mayor ciervo de la historia natural
Pero los rinocerontes lanudos no fueron los únicos colosos ya extinguidos que corrieron la misma suerte. En el Jou Puerta también quedó atrapado un ejemplar del mayor ciervo que existió en la historia de la evolución: un megaloceros o ciervo gigante.
Se han recuperado restos de megaloceros, un cérvido con astas de metro ochenta
"Se trata de una especie poco frecuente en los yacimientos ibéricos, y de la que en Jou Puerta hemos podido recuperar fragmentos de un asta descomunal", destaca Álvarez Lao. De hecho, entre los extremos de ambas astas había una distancia (envergadura) de tres metros y medio, y cada asta medía en torno a un metro ochenta desde la base hasta su extremo. El propio cérvido medía más de dos metros sólo hasta la cruz (el "hombro" del animal).
Los herbívoros, una ventana al clima ancestral
La condición de trampa natural y posterior cobertura con lodo y piedras del yacimiento no sólo ha permitido que los huesos lleguen al presente en un excepcional estado de conservación, protegidos de la erosión y la acción fragmentadora de los carnívoros. Además, una trampa de estas características, explica Álvarez Lao, evita la selección presente en yacimientos resultado de la actividad de depredadores, tanto humanos como animales, que podían limitarse a cazar unas pocas especies en consonancia con sus preferencias alimenticias.
"Puesto que los animales caían por azar en el agujero, el yacimiento de Jou Puerta aporta una muestra bastante representativa de la fauna de herbívoros que poblaba el área cantábrica durante el tiempo en que estuvo abierta la cavidad, que coincide con algunos de los episodios más fríos de la última glaciación", señala el paleontólogo y profesor de la Universidad de Oviedo.
Respecto a la fauna carnívora, el hecho de que hayan aparecido restos de un solo ejemplar frente a 33 herbívoros se debe principalmente a que los primeros, con su mejor visión espacial, son poco propensos sufrir este tipo de accidentes, explica Álvarez Lao. No obstante, "los herbívoros nos aportan un mayor índice de información sobre el clima de aquel periodo, puesto que se especializan en un tipo de alimentación vegetal propia de un clima, mientras que los carnívoros son más adaptables", afirma el paleontólogo.