La contaminación mata a siete millones de personas al año, según la OMS
“Se trata del primer riesgo medioambiental para la salud”, señala María Neira, directora del departamento de la OMS de Salud Pública, Medio Ambiente y Determinantes Sociales de la Salud, al teléfono desde Ginebra. Neira explica que hay que distinguir entre la estimación de las muertes provocadas por la contaminación atmosférica —2,6 millones— y las que se atribuyen a la llamada contaminación interior: se calcula que 4,3 millones de fallecimientos se deben a la mala calidad del aire dentro del hogar. “Hay casi 3.000 millones de personas en el mundo que todavía cocinan con fuegos abiertos, estufas de carbón, leña y biomasa. Esto provoca una combustión incompleta y esas partículas las inhalan, sobre todo, mujeres y niños. La mortalidad es dramática, se trata de un problema muy grave de salud pública”, añade.
“Desde la OMS queremos proponer que la calidad del aire sea un bien público global. Como ciudadano hay cosas que puedes hacer por tu salud, como comer sano o hacer ejercicio, pero hay otras que no dependen de ti, sino de políticas de Estado. El aire es una de ellas. La calidad del aire que respiras no depende de las decisiones que tomamos cada uno de nosotros”, señala Neira. De ahí el estudio. “Hemos hecho un esfuerzo enorme para publicar estos datos, no por curiosidad intelectual, sino para demostrar el impacto en la salud de la contaminación. Los ciudadanos deben saberlo para así poder presionar a los que deciden”, concluye.
La OMS insiste en que el problema afecta a todos, tanto a los países en desarrollo como a los desarrollados. “Europa ha hecho grandes avances para reducir la contaminación, sobre todo al retirar de las ciudades las grandes industrias, pero aún tenemos problemas, básicamente el tráfico y la forma en la que calentamos o enfriamos nuestros edificios. Es ahí donde tenemos grandes posibilidades de mejora”, señala Neira. La directiva reconoce que algunas ciudades toman decisiones acertadas, pero añade que generalmente reaccionan a episodios puntuales de contaminación, como París hace unos días, que ahogada por unos niveles altísimos de partículas, decidió restringir la circulación por matrícula par o impar y ofrecer transporte público gratuito. “Para cada contaminante hay dos cifras de exposición máxima: la anual y la diaria. Sería bueno que las ciudades consideraran las mediciones anuales y que pusieran en marcha políticas de transporte sostenible: mejorar el transporte público, hacerlo más accesible, más barato, para disuadir el uso del coche privado”, añade.
El informe de la OMS revela que la contaminación es más dañina de lo que se creía, y apunta a un vínculo mucho más estrecho entre la exposición al aire sucio y las enfermedades respiratorias, cardiovasculares, los accidentes cerebrovasculares (ictus) y el cáncer. Una agencia de la OMS, la que investiga el cáncer (IARC, en sus siglas en inglés), actualizó hace unos meses lo que se conoce como enciclopedia de los cancerígenos y situó la contaminación ambiental en el nivel 1, el más alto de la clasificación, el de las sustancias sobre las que ya no cabe duda científica. Decenas de trabajos en revistas científicas han demostrado la relación entre la contaminación y el resto de enfermedades crónicas.
La evaluación de la OMS incluye un desglose por enfermedad de las muertes debidas a la contaminación atmosférica. La mayoría se producen por cardiopatías isquémicas (40%) y accidentes cerebrovasculares (40%); el resto, por neumopatías obstructivas crónicas (11%), cáncer de pulmón (6%) e infecciones agudas de las vías respiratorias inferiores en los niños (3%). Las estimaciones se han hecho combinando datos de mortalidad, mediciones por satélite, vigilancia en tierra, emisiones contaminantes y modelos sobre pautas de desplazamiento de la contaminación.
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