lunes, 31 de marzo de 2014

Una luna de Júpiter recreada en el laboratorio

Recreación de la gélida corteza de Europa bajo la cual habrían...


Fueron unas manchas rojizas y fracturas sobre la superficie helada de uno de los satélites de Júpiter, Europa, lo que llamó la atención a los astrónomos. Desde que las sondas Voyager y Galileo de la NASA detectaron estas estructuras geológicas en los años 70 y 80, diversas teorías se han elaborado para explicar por qué se producen sobre la gélida superficie de Europa, unos de los 67 satélites que giran en torno a Júpiter. La hipótesis más aceptada por los investigadores es la existencia de grandes océanos en su interior.
Ahora, científicas españolas del Centro de Astrobiología (CAB) del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han llevado a la práctica esta teoría simulando todos los fenómenos que podrían suceder en Europa, cuyo tamaño es parecido al de nuestra Luna. Los científicos consideran que, tras la blanca y gélida corteza del satélite, hay agua, gases disueltos y sales que ascienden a la superficie generando procesos de vulcanismo, parecidos a la Tierra, pero a temperaturas muy extremas.
Según explica Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional, «se piensa que la superficie de esta luna está hecha de placas heladas que se desplazan sobre un océano líquido conmovimientos parecidos a los de la tectónica de las placas terrestres. Estas ideas están basadas en la observación de las grandes fracturas en la superficie y en la presencia de esas manchas rojizas o "pecas"que parecen haberse formado a partir de bloques de hielo calientes que han pasado por encima del hielo más frío de la corteza (un fenómeno similar a la salida del magma desde el interior a la superficie de la Tierra). Los procesos químicos son tales "pecas" criomagmáticas son los que estudian las investigadoras del CAB simulándolos en su laboratorio», detalla minuciosamente.
En concreto, los científicos consideran que existe sulfato de magnesio, MgSO4 y compuestos volátiles como el dióxido de carbono (CO2), el dióxido de azufre (SO2) y agua oxigenada (H2O2).
Tras recoger estos datos, Victoria Muñoz Iglesias, coordinadora del proyecto español, según cuenta a SINC, utilizaron cámaras de presión para simular las condiciones extremas a las que se somete la superficie de Europa. En su laboratorio sometieron a alta presión (60 bares) y a bajas temperaturas (-3ºC) una disolución acuosa con sales (CO2 y MgSO4). Después, comprobaron que la composición terminaba por cristalizarse.

Volcanes de hielo y agua en la corteza

Al igual que un volcán en la Tierra, pero de hielo y agua, en un volcán extraterrestre (bautizado como 'criovolcán') suceden fenómenos similares, en los que el 'criomagma' asciende desde las profundidades para después, en el exterior, solidificarse. Este proceso de cristalización que libera energía, según la investigadora, provoca «cambios de volumen en la corteza cuando el criomagma se solidifica». En concreto, las fracturas en la superficie se producen por los diferentes compuestos que se solidifican y que salen desde los grandes océanos que alberga Europa. «Si en la asociación mineral final la cantidad de clatratos es menor que la de los sulfatos, aumenta el volumen y se produce una rotura de la corteza; pero si la proporción de clatratos es mayor que el resto, se reduce el volumen y se desmorona el terreno situado encima. Ciertas fracturas y terrenos caóticos de la superficie de Europa se pudieron generar así», cuenta.
En su estudio, publicado en la revista Geochimica et Cosmochimica Acta, señalan que las manchas rojizas sobre la superficie del gélido satélite podrían ser por la alteración de las sales debido a la irradiación de partículas cargadas del gran planeta del sistema solar: Júpiter. «En cualquier caso, nuestros experimentos muestran que a través del sistema H2O-CO2-MgSO4 se pueden explicar ciertas características de la superficie de Europa en cuanto a su composición, morfología y topografía, partiendo de un medio acuoso salino, tan importante para los seres vivos en la Tierra», asegura la investigadora.

En busca de vida en 'Europa'

Los valiosos datos sobre Europa que aportó la nave espacial Galileo, que llegó a Júpiter tras un largo viaje espacial en el año 1995, continúan analizándose en los laboratorios. «Estos experimentos muestran que ya es posible estudiar muchos fenómenos astrofísicos en los laboratorios terrestres, simulando las extremas condiciones físicas y químicas que tienen lugar en algunos cuerpos astronómicos.La "Astrofísica de Laboratorio" comienza así a ser una potente disciplina con métodos y resultados propios», asegura el astrónomo Bachiller.
En la actualidad se baraja la teoría de la presencia de vida en este satélite, pero nada de esto se podrá confirmar hasta que se lance una nueva sonda espacial hacia el planeta. De hecho, la NASA acaba de anunciar que tiene previsto enviar una futura misión para buscar indicios de vida con el plan presupuestario espacial del Gobierno de EEUU para 2015. «Es uno de los lugares del Sistema Solar donde podría generarse vida, en el pasado o ahora, así que estamos muy emocionados con la idea de ir allí», ha declarado la responsable del proyecto en la NASA, Beth Robinson.
Al mismo tiempo, la Agencia Espacial Europea (ESA) tampoco quiere quedarse atrás en este terreno. La ESA también pretende aproximarse y medir por primera vez la corteza de Europa, y estudiar otras lunas de Júpiter, como Ganimedes o Calixto. Para ello, en 2022 llevará a cabo la misión JUICE (JUpiter and Icy Moons Explorer), un ambicioso proyecto que tendrá un coste de 700 millones de euros.

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